Llegaba a casa del trabajo y en lo que tardo en cruzar la carretera, me he encontrado con mi vecina rumana con la que he subido en le ascensor. En el breve trayecto de apenas un minuto hemos podido hablar de lo jodido que es llevar el pan a casa (ella curiosamente llevaba unas barras de pan) y yo le he recordado que tenemos suerte de tener un trabajo. Acto seguido, entrar por la puerta recién acabado el Pasapalabra, la noticia que abría el informativo me ha dejado con la boca abierta. Anulado el ERE, en pocas horas quedarán en la calle todos los trabajadores que componen la plantila al completo de la Radiotelevisión Valenciana RTVV ante la imposibilidad de su continuidad por el alto coste que supondría readmitir a más de 1,700 trabajadores. Cuando parecía que las últimas noticias eran alentadoras, el paro frenaba, los precios bajaban aunque fuese un 0,1%, estábamos saliendo de la recesión económica, de nuevo un palo y además de los grandes con esta noticia histórica que uno se queda petrificado al escuchar por lo que supone. No sé hasta dónde va a llegar esto, pero estamos dentro de un mundo caótico y sin sentido. Voy caminando por la ciudad y de repente encuentras nuevos negocios abiertos que no saben si funcionarán, pequeños emprendedores con un sueño, otros que cierran después de años de historia y de forma incomprensible porque no pueden sostenerse y me pregunto si un día cuando me levante por la mañana me encontraré en esta desagradable situación (ya me ocurrió así, crudo y sin previo aviso, aunque entonces hubo suerte y nos recolocaron). Ha sido impresionante ver parte del noticiario con los presentadores y todos los trabajadores detrás expresando su opinión. Todo el apoyo, porque no es una situación agradable. Así comenzaba el informativo tras conocerse la sentencia. Demoledor.