Pongamos que estás pasando por una calle o un barrio conflictivo, ves un coche de policía y de repente te entra una tremenda tranquilidad, de saber que estás seguro. Pero te pones a pensar en las noticias, en situaciones tan descabelladas como que de repente uno de los polis se le vaya la olla y al tener un arma empiece a disparar y entonces toda tranquilidad desaparece, incluso piensas en posibles altercados que podrían terminar con cruce de balas.

Digo policías como podría hablar de cualquier otra profesión, simplemente es una de las que más miedo me da porque no concibo la idea de que una persona, sea quien sea, pueda tener licencia para portar un arma y estoy en todo mi derecho de dudar de las pruebas sicológicas a las que son sometidos. Como digo da igual la profesión, puedes estar en una carnecería y que el carnicero te rebane el cuello con el cuchillo, en un taller y que te den un golpe con la llave inglesa… al final todo el mundo tiene la mala costumbre de echar la culpa a alguien, es ley de vida, necesitamos un culpable para dejar nuestra conciencia tranquila y que pueda dedicarse a otros menesteres sin echar la vista atrás.

Cualquier acto repugnante tiene un único culpable, el que lo comete, en él recae la última decisión. Con el reciente suceso de Germanwings habrá quien eche la culpa a la compañía de vuelos por no conocer en todo momento la situación de su personal, otros lo achacarán a su entorno familiar y médico, pero todas estas vagas conclusiones no dejan de ser sino un cúmulo de circunstancias que llevan a un acto final de decisión, el que supuestamente tomó el copiloto sin que nadie más pudiera intervenir a tiempo.

Al final una persona termina conformando su carácter a través de las situaciones de su entorno y su estado emocional. Son tantos los caminos posibles en función de lo que pasa o no pasa en la vida, que no podemos hacernos responsables de que una persona actúe de una manera u otra en función de las acciones de los demás, porque aún corrigiendo esa acción, puede que al hacerlo, otra persona tomase ese camino. El que una persona sea como es es culpa de todos y a la vez de nadie, porque no podemos pretender manejar el entorno como si fuésemos dioses.

El mundo no para y de repente estás en un lugar y un momento concreto, tanto para lo bueno como para lo malo. Parece una puta casualidad, pero nadie tiene control sobre ello. Desde aquí mi más sincero consuelo a los familiares de las víctimas, que seguramente no dejen de preguntarse durante un buen tiempo el por qué a ellos. No hay respuesta posible que pueda compensar una pérdida.

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